26 de julio de 2009

el alcohol al volante, mata

esperé al 80 alrededor de veinte minutos a las cinco treinta y dos de la mañana. llegó. el conductor se bajó a tomar algo en la terminal. mientras, yo andaba maldiciendo a todos los dioses del cielo, el averno y el infierno por esa demora innecesaria con el frío de la madrugada. me asomé a los ventanales del bar y veo que hay dos hombres, vestidos de colectiveros*. uno tomaba una quilmes de litro, y otro un café con leche con medialunas. no distinguí al chofer del ochenta. fueron unos minutos de incertidumbre crucial, rogué en lo más profundo de los vestigios de mi ser (vestigios porque exactamente eso quedaba de mí a esas altas horas) que la persona que debía colocar, minutos después, sus manos en el volante, sea aquella que no tenía contenido etanoico en la sangre.
gracias a la fuerza sobrenatural, observé que uno de ellos mordisqueaba una medialuna, pagó, fue al baño (la demora fue cada vez más tensa), saludó sonriente, sin apuro, lento casi a propósito, y se subió al colectivo.
"1.20, por favor"
y así llegué a casa, sana casi congelada.

2 comentarios:

Damian! dijo...

jajajaj que feoo! pero que hacias a esas horas en la calle? y si el conductor hubiera sido el que bebio la cerveza, una buena queja y una denuncia por irresponsable!
Saludos Lola!

agustín dijo...

me hubiera encantado que subiera el que había tomado la cerveza, para hacerle quilombo ahí arriba. pero porque me gusta discutir, nada más.