4 de marzo de 2009

buenos aires humedad

paso a contar la evolución del ciudadano medio de Buenos Aires cuando llueve (demasiado y por mucho tiempo ininterrumpido)
primero, salís de tu casa vestido como el mejor niño explorador: paraguas, piloto y hasta botas de lluvia (bienafortunados aquellos que las poseen). tu objetivo principal es ok, puedo aguantar empaparme la ropa pero no pienso que una fucking gota me toque el pelo. salís a la calle y esquivas los aleros y los techos porque obviamente, no vas a permitir mojarte el pelo hasta que alguien con su paraguas o simplemente porque te descuidaste un segundo, tu pelo parece ahora el de mufasa, del rey león. maldecís un poco a todos los dioses y seguís caminando, aunque cambiaste rotundamente tu objetivo: ya me mojé el pelo, entonces no me voy a mojar la ropa. vas saltando charcos, como la mejor acróbata que (no) sos, y en un mal salto o simplemente porque era inevitable, hundiste tu pie hasta la rodilla y ya estás empapada. en ese momento llega la resignación, en que decís ya fue, de última me pesco una neumonía y zafo de ir al colegio/trabajar/estudiar/vivir y llegás a tu casa totalmente mojado y pensás: la próxima vez no me va a pasar esto, no me voy a mojar, pero la historia (como decía Borges) se repite numerosas veces.

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